Un caminante había recorrido cualquier senda conocida, y en ellas había descubierto hasta el mas mínimo de los secretos del alma, o al menos así era como se le conocía, pero en lo mas profundo de su ser se negaba a cruzar un solo camino, aquel conocido como la senda mas obscura en la que muchos se han perdido para no regresar jamás.

Hasta que un día se armo de un inmenso valor y una irreprimible voluntad de descubrir porque este camino le causaba tanta abnegación y hasta repugnancia; tomó sus cosas y se preparo como otras veces para un largo y sinuoso camino totalmente consciente de que este podía ser el último de sus anhelantes recorridos.

Salió de su guarida y se encaminó, y sin darse cuenta ya estaba a pie de la senda mas obscura, que en realidad no parecía tener nada oculto, en situaciones normales le hubiera parecido  solo un viaje mas, sin mas demora avanzó decididamente por este camino.

Paso tras paso, todo se tornó obscuro alrededor de él se formaron grumos que ensuciaban y tensaban el ambiente, el tiempo se agrietó, el mundo entero se entumeció a sus pies.

El caminante no podía mas que seguir con su marcha mientras lo embargaba un miedo y un dolor indefinible y al mismo tiempo tan conocido en su mente, que pronto lo hizo rumiar soñadoramente, cada recuerdo se le hizo irreal, sintió que su mas grande dicha había sido solo un engaño de su indiferencia y su mas grande tristeza solo un intento desesperado por sentir algo real en una vida que había sido construida sobre bases toscas y fantasmales.

Entonces se dio cuenta de que había vivido en un engaño, que mostraba sabiduría en vivencias y sentimientos que nunca hubo experimentado y siquiera imaginado; notó con amargura que nunca hasta este momento de gran pesadez pudo indagar en su mente en busca de alguna emoción, empresa que hubiera sido inútil ya que todo en el eran falsos conceptos y tan solo vivía de sus ideas somnolientas y ajenas al ligero toque de las acciones humanas.

Con la cabeza baja y el corazón desecho el caminante siguió avanzando hacía lo que pensó seria su inevitable y justo fin, cuando vio una luz al final de la senda, una luz tan brillante que emanaba una sensación de tranquilidad y una felicidad inconmensurable, ahí estaba la verdad, los sueños, las virtudes del alma y el amor, motivado por la necesidad y la curiosidad aceleró su paso, pero muchas dudas y  resentimientos lo rodearon con un aura negativa, lo invadió el miedo, y se pregunto si realmente estaba listo para ser absorbido por esta luz que tan radical cambio significaba para el, y con un ultimo aliento de valentía se adentro y sus ojos se cegaron por un gran destello para darse cuenta de que ya estaba del otro lado del camino, atónito y aun con la sensación de flaqueza, decidió continuar siendo un viajero consciente ahora de que todo viaje tiene una senda obscura.