La recuerdo bien…  recuerdo su largo cabello negro que parecía no tener fin, sus ojos eran hermosos y tan profundos que sentías su mirada y sus labios tan rosas como mi imaginación  limitara.

El primer día que la vi estaba sentando solo sintiendo el inexorable paso del tiempo y mi mente vagaba por lo incomprensible, cuando  en un súbito momento de lucidez pude verla de frente a mi, alta con un aire tranquilo y al mismo tiempo invitante que le hacia resaltar sus ya implacables ojos, estaba oliendo una rosa roja con tierna embriaguez, en ese momento no pude evitar enfocarme cínicamente en ella y su vestido rojo cuando nuestras miradas se encontraron, quede pasmado por su belleza mientras ella con un sutil y gracioso gesto siguió con su empresa, entonces decididamente me acerque a ella y de la manera mas lastimera dije:

-Hola , cortando con repentina vergüenza para darme cuenta que con mucha decepción de que ella ya no estaba ahí de repente una lluvia de pétalos rojos me envolvía, y en  mi estupor pude sentir un beso, tan cálido, tan lleno de vida y amor como nunca antes había sentido (y estoy seguro de nunca sentiré nada parecido por  mas que ame a alguien mas) fue un beso largo y  letárgico que por un momento hizo que me olvidara de siquiera estar vivo, ya nada podía ser frio ni monótono ya no podía haber mal ni ambiciones ya nada mas importaba… Cuando abrí mis ojos estaba otra vez en el mismo lugar nada parecía diferente, aun estupefacto pude ver en mis pies una rosa roja hermosa y sin ninguna espina, la tomé con desasosiego y emprendí el viaje de vuelta a casa.

El día de hoy se cumplen diez de años de esa extraña y exultante  experiencia tal vez por eso lo recordé con tanta nitidez o tal vez el recuerdo nunca se ha marchitado igual que la rosa de aquel día que estoy seguro que nunca se marchitará…